domingo, abril 21, 2019

Deriva Buenos Aires. Pinturas y Objetos. Banco Ciudad. 2019

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Exposición en el Banco Ciudad

Acosta explora la ciudad y su arte

La muestra que reúne en el Banco Ciudad trabajos de los  80 y 90 de Daniel Acosta hace un doble recorrido: por los caminos de Buenos Aires y por su evolución como artista  






                                           Muestra de Daniel Acosta

Puede sorprender que Daniel Acosta (Buenos Aires, 1950), el artista cuyos trabajos más recientes incluyen –en el marco de su Proyecto Terra– acciones, performances e intervenciones que expresan con aliento poético una profunda preocupación por la naturaleza y la ecología, como el laboratorio de Land Art en Suiza; Exploraciones en Estocolmo, Oslo y París; la acción Los muros son para derribar en el museo de Queens (Nueva York, entre muchísimas otras vinculadas también con la memoria y preocupaciones políticas e históricas como el recuerdo de la Guerra de Vietnam, la represión ilegal y los desparecidos en la Argentina o la violencia sobre las mujeres y el movimiento #Ni una menos , sea el mismo Daniel Acosta cuyas pinturas capturan la mirada de la gente que cada día pasa por cientos o miles por la Caja de Cristal, el espacio de exhibición que el Banco Ciudad tiene en la esquina de Florida y Sarmiento.
Lo que vemos en su muestra Deriva, Buenos Aires es una selección de pinturas (óleo y acrílico) de formato grande y mediano; papeles en los que se cruzan el dibujo, la acuarela y el collage, y finalmente, cajas y objetos objetos con los que el artista hizo un primer abandono del plano en el que se mantuvo durante los primeros años de su trayectoria. Lo que vemos también en su muestra es el principio, los primeros años de esa evolución de Acosta en su producción, que no se limitó a técnicas y soportes ni a su paso del plano al espacio, sino que en cierto punto significó una apertura hacia el arte conceptual, casi inmaterial, de las acciones e intervenciones. Una evolución, un camino de décadas que uno podría asociar también con la palabra “deriva” en el título de la muestra.
Pero no: “Deriva, está bien empezar por ahí –explica Acosta mientras recorre la muestra con Ñ–, es la palabra que elegí para referirme a una especie de navegación que yo hacía por la ciudad, como una investigación para hacer estas obras. A la manera un poco de los surrealistas, yo salía a naufragar, a derivar por Buenos Aires, me metía en lugares muy porteños que para mí tenían algún atractivo, como por ejemplo el pasaje Barolo, y observaba qué pasaba con las formas, con sus historias... Estamos hablando del Buenos Aires de fines de los años ochenta, una época en la que nació mi hija, algo que me llenó de felicidad y alegría, pero también de un momento de zozobra económica para todos, con la hiperinflación que terminó con el gobierno de Alfonsín”.
Nada de eso aparece explícitamente en sus pinturas, que sin embargo, son de alguna manera resultado de esa contradicción en el estado emocional del artista entre la felicidad de una nueva vida que llega y el desastre económico en que naufragaba el país. Está claro, en esa serie de pinturas de la muestra, que prevalece la felicidad: todo en ellas es leve y aéreo, lejano de la oscuridad, aunque de pronto aparezca lo que parece una figura abatida o un equilibrista sobre una cuerda floja tensada entre el Obelisco (un ícono de la ciudad presente, con variaciones, en muchas de las obras) y un edificio vecino, que parece una metáfora de la inestabilidad del momento.
Los fondos de esta serie de pinturas –en cuya textura son visibles los trazos del pincel y de la espátula– son muy importantes. A veces las figuras están perdidas en el fondo, un poco diluidas o indiferenciadas de él a primera vista. Dice al respecto Acosta: “Yo en general no me preocupo tanto por la centralidad de la anécdota, le doy mucha importancia a las relaciones que afectan el color, la textura... Siempre tuve esa tendencia a no dejarme llevar por los contenidos estrictamente y trabajar sobre todo la cuestión estética. Lo que pasa es que yo en ese momento me movía en esa contradicción entre la felicidad por mi hija, que estaba por nacer o había nacido y esto de sentirme en la lona en esta Buenos Aires querida que como diría Borges a veces nos espanta. Pero sí: recuerdo que yo tenía un profesor en la Pueyrredón, Carlos Cañás, que me decía ‘tené cuidado con los fondos’. En estos trabajos, es cierto, les he dado mucha importancia a los fondos”.
Esas pinturas están hechas con una base de acrílico y luego terminadas al óleo. El soporte de algunas no es tela sino madera, que el artista usaba para reducir los costos en ese dramático momento económico que no detuvo sino más bien estimuló su producción.
Pero estas no son las primeras obras en las que el autor buscó plasmar la identidad de Buenos Aires. Un par de años antes realizó una serie de la que también hay una nutrida selección en la muestra: son obras sobre papel, de formato más pequeño e intención más figurativa, en las que aparecen con más nitidez personajes vinculados al tango y a la milonga, en compañía de guitarras, líneas de color en las que se adivina la presencia del bandoneón y la mujer ocupando un lugar central.
Finalmente, los objetos escultóricos dispuestos en vitrinas en el perímetro del espacio de exhibición, pertenecen a una etapa posterior de la producción de Acosta. De esas obras varios integraron la muestra individual de pinturas y objetos que el artista realizó en 1995 en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En general están compuestos con trozos de muebles, cajas mecanismos y otros objetos encontrados por el artista y ya se intuye la apertura del artista hacia el arte conceptual.
Si se le pregunta, frente a las obras que seleccionó para exhibir en la Caja de cristal, cómo se hoy definiría como artista, Daniel Acosta manifiesta: “Ser hoy en día un artista visual implica estar al interior de la complejidad de esta contemporaneidad. Las reglas, miradas, territorios y costumbres son completamente distintas a décadas atrás. Por lo que el lenguaje que vengo utilizando en los últimos 20 años tiene que ver con ir combinando lenguajes: pictóricos, escultóricos, fotográficos y filmográficos en un mismo espacio, que tiene que ver con las exploraciones performáticas que vengo realizando. Con respecto a mis muestras sobre telas, papel u objetos, vengo investigando mucho el concepto de collage, que tiene que ver con la combinación de elementos en la cual estamos viviendo. No somos una tela única en la cual se traza una imagen, sino que somos como capas o superposición de distintas formas y maneras de ir creando una imagen, que nos va dejando la deriva de la que he hablado previamente”.








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